El domingo Aurinegro


Fue un domingo.

Jorge Da Silva me respondió con una sonrisa cómplice cuando le pregunté si Zalayeta y Olivera podían jugar juntos. Al brillo de los dientes siguió el entusiasmo y al entusiasmo la rigurosa explicación táctica.

Tal vez haya sido un domingo.Juan Manuel Olivera esperaba ansioso una respuesta motivadora de Diego Armando Maradona que nunca llegó.

Diegote, el DT que recibía en Al-Wasl Sports Club un salario anual de tres millones y medio de euros y disponía de un jet privado para sus viajes nunca valoró su gran momento deportivo en el club de Dubai.

"Si te sirve... Andate", obtuvo como respuesta "Juan Manuel del Gol" cuando le planteó al Dios más imperfecto de las paraíso dubaití que tenía una oferta del exterior.

El delantero, que creció en el Cerrito de la Victoria, frente al Cuartel y a pasitos del Fortín de la IASA, había pulverizado redes con el exótico equipo arrancando aplausos de príncipes y plebeyos y esperaba por lo menos un "me gustaría que te quedaras".

Pero ni la Etisalat Pro-League, ni la Copa del Golfo, ni la AFC Champions League o la Copa Presidente conmovían al Diego de la Gente que no tenia a su lado seres místicos que le abrieran sus cerrados ojos como Domingo de Silos o el fraile Bernardo de Tolosa quienes devolvieron la luz a los ciegos."Adiós", dijo el papá de Santino y volvió.

Estoy casi seguro que fue un domingo.Café de por medio, en la calma inexpresiva de un día atípico en la agitada Buenos Aires, la charla con periodistas y amigos argentinos me llevó -como cuando era niño- al porqué de las cosas.

"Ahhh... Lo que pasa es que a Diegote -y sobre todo a su entorno-, no le alcanza con que juegues bien... Se necesita... Un estimulo... Una colaboración... Y no precisamente en la cancha".

Todo se liquidó un domingo.Olivera dijo me voy, amparado en su amor propio, se olvidó de la lujosa Dubai, uno de los destinos más cotizados del mundo, de Jumeirah Beach, la playa más bella de Medio Oriente y del Burj Kalifa, el único hotel 7 estrellas del mundo.

Y aunque al otro día de decir "Bye, Dubai", lo llamaron para que se quedara porque habían despedido a Maradona por Director Técnico inepto, mantuvo -como buen uruguayo- la palabra empeñada y regresó a Peñarol.

¡Claro que pueden jugar Olivera y Zalayeta!, me dijo entusiasmado aquel domingo el "Polilla".Zalayeta, integrante de la Generación Dorada de Malasia, te mira como define en la cancha: con la frialdad de un asesino serial.

A los 19, ya había jugado en la selección mayor y dio vueltas por Europa luciendo -entre varias camisetas- la bianconera de la Juve y la celeste napolitana que hoy luce el Matador Cavani.Un domingo, tras dejar atrás su pasaje por el fútbol turco, se puso otra vez la mirasol. "Tucu Tucu", apodo que le coloqué en el Mundial Juvenil y nunca le gustó, fue la figura del ultimo campeón.

Desparramó clase, elegancia de Lord Inglés, fútbol preciso, impronta, gambeta que no desarma su alta figura y -además- goles.

Serio como pocos, distante en el diálogo, mantiene en guardia sus sentidos ante el requerimiento periodístico que no lo seduce demasiado. Pero en la cancha, donde alguna vez Víctor Púa le prohibió gritar goles porque distraía al equipo, mata.

Es un criminal del gol para las defensas contrarias. Y como si fuera Forrest Robeiro Souza De Moraes, el asesino que liquidaba a los que lastimaban a sus seres queridos, Zalayeta apunta y da en el blanco.

A esta dupla, le faltaba un socio.

El mundo sabe de hazañas mágicas en el andar de la fantástica senda de la imaginación infantil.Así, Harry, Rone y Hermoine combatieron contra Lord Voldemort, Ash, Misty y Brooke buscaron la senda del Maestro Pokemon, Woodie, Buzz y Jessie fueron juguetes que cobraron vida, la historia de Avatar nos habla de Aang, Katara y Sokka.

Más atrás en el tiempo, podemos citar a Los tres mosqueteros Athlos, Porthos y Aramis o Superman, Batman y Robin.El socio también llegó un domingo.

A diferencia de Juan Manuel o Marcelo Danubio, lleva tatuado el amor por Peñarol en su piel. Es un hincha con traje de jugador.Fabián, "el Lolo, el Lolito", como lo llamo en mis relatos por Radio Carve, jugó un torneo excepcional. A su indescifrable gambeta le agregó el reencuentro con su perdida velocidad.Cordial, simpático, atiende gustoso a todos y bromea sobre sus éxitos.

Así es Fabián Larry Estoyanoff. Un día abrochó un hat trick y llevó la pelota a Los Aromos para que sus compañeros la firmaran y tuvo que aguantar la broma de sus pares: "Lolo, cambiaste el llavero de la camioneta".

En la cancha, es un "Diablo". El jugador que pasó de rapado a platinado y de canoso a castaño, fue pesadilla para defensores, se retiró ovacionado varias veces y agregó, a su faceta de crack, precisión admirable en los tiros libres.

Se encontraron un domingo.Al grito de "uno para todos y todos para uno" y escudados en D'Artagnan Zambrana, "Les trois Mosquetaires" carboneros sumaron 25 goles para el flamante campeón.

Si se traza un balance de méritos, será imperioso nombrar a Novick, una suerte de guerrero espartano en el mediojuego, a Darío, que como Will Smith podrá proclamar "Soy Leyenda", a Valdez y al pibe Raguso. También será preciso citar los últimos partidos de Maravilla Grossmuller y -por supuesto- el espíritu presente del Tony, campeón en los tres torneos (Apertura) ganados por Peñarol.

Dicen que ningún siglo comienza en domingo y que el año nuevo judío nunca lo tiene como su primer día.En la antigua Roma era el Día del Sol y entre los cristianos el que pertenece al Señor.

En la liturgia de los hinchas de Peñarol, el pasado domingo 2 de diciembre, será el Día de Gloria y Resurrección tras 16 años de ansiosa espera.

Peñarol es campeón del Apertura y no hay nada para discutir.

NOTA PUBLICADA EN DESBORDE, EN WWW.SUBRAYADO.COM.UY CUANDO PEÑAROL OBTUVO EL PASADO CAMPEONATO APERTURA 

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