LAS VERDADES ENVEJECEN MÁS RÁPIDO QUE UNO MISMO

Allí está. 
Sonrisa anchísima, padre orgulloso de Benjamín, al que carga en brazos, con la pelota que se ganó por cumplir con las escrituras sagradas que otorgan el redondo trofeo tras anotar tres goles en un partido. 
La vida da revancha pero saborearla depende de nuestra fortaleza espiritual. 
Se sabe que alguna vez los conspiradores lo arrinconaron. 
Con plan secreto, pusieron en duda clase y talento, y con artera puñalada -en combinada estrategia de técnicos, gerente deportivo y dirigentes-  lo "limpiaron" para hacerlo marchar con la música a otra parte ya que no podía jugar noventa minutos, según pregonaban como verdad irrefutable. 

No hay nada mas elocuente
no hay cínico más potente
que el tiempo y su mecanismo:
las verdades envejecen
más rápido que uno mismo

Vaya ironía... 
En la final ante Defensor Sporting, Pacheco no sólo fue figura sino que jugó un partido brillante fracturado.
Diego Latorre, rara avis en la cancha y el entorno del deporte, hoy autorizada voz del periodismo sudamericano, puso a este joven de 37 años, que superó una dura lesión y anotó un hat trick en una final, como ejemplo para los que inician su carrera.

El engaño está a la vista:
siempre la duda es petisa
y la certeza es inmensa
a lo mejor no hay que creer
tanto en lo que uno piensa.

Una definición de ídolo la aporta el diccionario: persona a la que se ama o admira en exceso. Se le puede rendir culto o venerarlo demasiado. 
Antonio Pacheco es el último gran ídolo del club aurinegro. 
Volvió porque lo pidió la hinchada que se movilizó en calle y redes sociales, para exigir su vuelta ya que en el "8" faltaban dibujos animados. 
Vox populi, Vox Dei.
Hace unos meses, el entrenador Diego Aguirre - que alguna vez cerró el ciclo de Pablo Bengoechea  en Peñarol- apoyado por el gerente deportivo Osvaldo Giménez, orquestó la salida de Pacheco, quien había llegado a "Los Aromos" de la mano de Omar Caetano cuando la cédula marcaba difusos límites entre adolescente y niño precoz.
Daniel Carreño y el gerenciador Víctor Hugo Mesa lo acercaron a Wanderers. El carismático DT convenció al crack que no tenía que considerar su retiro ya que todavía faltaba lo mejor.

Uno solo es el destino
ausente de toda euforia
donde el olvido es la meta
y es un absurdo la gloria.

"Quiero a Pacheco", dijo Jorge Da Silva. 
"Siempre lo quise", remató. 
"La vida es más que un partido de fútbol", sentenció Pacheco tras anotar tres goles ante Defensor Sporting, luego de dedicarle el logro a los que no lo querían. 
Muchos lo colocan como ejemplo de superación.  
No les falta razón. 
En la vida cotidiana - como en la deportiva- la injusticia, el engaño, el doble discurso, reinan. 
No faltará un Judas que se lave las manos o un burócrata moderno sin sentimientos que ponga en marcha los pedidos de los superiores.
El blanco del plan perfecto sabrá de la confabulación pero no podrá impedirla.
No habrá agradecimiento por los servicios prestados ni lágrimas derramadas por quién se va sin querer irse. 
Sin embargo, aquí entra otra definición de ídolo, la que pertenece a los hinchas. Ídolo es el que te hace reír, gritar, llorar y disfrutar. Aquel que cuando parte no se va. 
Tony Pacheco recuerda que la vida no le permite ponerse melancólico porque es más que un partido de fútbol, y aclara que  elige salir corriendo a casa para abrazare a los suyos, antes que formar parte del despliegue mediático de la euforia.
Por supuesto, deja sentado en actas, para que conste, que volvió por la hinchada. 
La vida le dio revancha y la disfruta.
Y si bien vio poco a "Asaltantes...", la murga que -con su amigo Recoba- apadrinó, sabe que estas frases suenan para él...

Sigilosa y con destreza
nos engaña la memoria.
No hay nada más elocuente
no hay cínico más potente
que el tiempo y su mecanismo
las verdades envejecen
más rápido que uno mismo.

Comentarios

  1. Estimado Roberto, muy buen artículo, en ocasiones hay ídolos de barro que son inventados o promocionados por determinados actores sociales, pero en el caso del Tony, sin lugar a dudas lo ha hecho grande la gente, su pueblo… y él mismo, se encargó de escribir de puño y letra, una historia que quedará enmarcada a fuego en el recuerdo de todos nosotros, los que alguna vez tuvimos la suerte de verlo en una cancha y gritar sus goles… una vez más, la humildad y las ganas de salir adelante, le ganan por goleada a la adversidad y a los obstáculos que se interponen en nuestro camino, más que un título… el T8ny nos ha regalado una lección de vida y superación.

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