VAGABUNDOS CON HISTORIA

Fue hace unos meses. "Chapita" miró por la ventana y repitió el ritual de colocarse prolijamente su indumentaria deportiva. 

Quince minutos después, estaba corriendo por el Prado, sin equipo y con muchas dudas sobre su futuro. Una tarde se encontró con tres de sus actuales compañeros y el regreso al cuadro albinegro se hizo realidad.
"Nos hace falta un jugador como él", le dijeron al presidente.Años atrás, Alfredo Arias, recién llegado a Montevideo Wanderers, junto al maragato Ariel Krasouski, marchó a la cocina con una misión que todo joven debía cumplir: pelar papas para el plantel.
En esos años, mientras Alfredo y Ariel se instalaban en la cocina, otros -con algún tiempo más en el club- hacían las compras en el almacén.
No había plata para derrochar.
Los jugadores bohemios marchaban al partido en autos de dirigentes. Siete se apretaban en un "Fusca" que nunca los dejaba tirados y otros -los más experimentados- disfrutaban del Jaguar de uno de los integrantes de la Directiva.
Hay una historia.
Cuando el 1900 pedía permiso, Wanderers ya sacaba pecho y los "vagabundos" -sin cancha ni sede- que condenó al fracaso el presidente del añejo Albión se preparaban para escribir páginas gloriosas de la romántica era amateur.
Un viaje a Inglaterra de los hermanos Sanderson fue clave.Se enamoraron del Wolverhampton Wanderers, ganador de la Copa de ese país, y nació el Montevideo Wanderers, el primer equipo que se sumó a Nacional, el CURCC y Peñarol en ganar un campeonato uruguayo.
Más acá, en la época del naciente tiqui-tiqui de Juan Ramón Carrasco, Alfredo Arias se sentaba, tabla en mano, a mirar de qué manera el verborrágico duraznense dirigía.
Promediando este campeonato "Clausura", JR, en una charla muy disfrutable sobre las carencias del fútbol uruguayo para administrar la posesión de la pelota, me interrogó sobre cuál era el equipo que mejor jugaba. "Wanderers", le respondí.
Al mejor estilo de la folklórica charla técnica sobre la vaca, el cuero, la pelota y el césped, remató la serie de preguntas con una adivinanza: ¿a quién iba a ver Arias cuando no tenía club?
Cuando dobló la curva de los 50, Arias tenía una asignatura pendiente: dirigir fútbol."El 9", su lugar de comidas y reuniones, le devoraba horas.Pero su sueño no pasaba por regentear una parrilla.
A fines de 2011, cuando Daniel Carreño marchó al Palestino de Chile, pegó el salto y pasó de Quinta a Primera.
En esos días, ya confesaba en la intimidad que admiraba a Guardiola. El hombre que cambió furia por precisión lo inspiró. Y si bien agradece el año que pasó con "Jota Erre", tiene claro que sus estilos se diferencian.
Hace unos semanas, me dijo, cuando la cámara se apagó y el micrófono se silenció, que estaba disfrutando mucho. Que entrenar era un regalo que no esperaba y que quería quitarle drama a la definición del campeonato.
En la práctica, le ordenó a los suyos que aprendieran a gozar de lo bueno. Que entrenaran con una sonrisa porque una victoria es una conquista que no debe empañarse por la presión del partido que sigue.
El domingo, en Florida, después de relatar entré a la cancha porque quise estar cerca de la parranda rutilante que desató el "Bohemio" tras ganar 1-0 a El Tanque Sisley.
Al traspasar el portón que me separaba de la cancha, lo vi abrazado a su hija, al borde de las lágrimas.
Más allá, "Chapita" parecía un niño en el recreo de la escuela.Hace un tiempo me explicó que había que aprovechar los momentos lindos del fútbol porque pasaban rápido y eran más efímeros que las dolorosas rachas adversas.En hora buena.
El "muy conocido" Montevideo Wanderers, que jugaba contra el Club Artigas en el 1900, que alguna vez representó a la selección, como Nacional y Albión y debe su nombre a los "Wolves", el campeón invicto de 1906, el que agobiado por las deudas reclutó futbolistas de la Liga Guruyú, el que se fue jugar a Las Piedras, el primer chico que llegó a la Copa Libertadores, el que defendió el Maestro Tabárez, el del "Chifle", Enzo y Bengoechea, agregó a su gloriosa historia un nuevo título.
Tuvo que esperar.
No importó.
Al fin y al cabo, tienen alma bohemia y saben que, como dice uno de sus famosos ex futbolistas, el camino es la recompensa.

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