CRÓNICA DE VIAJE, COPA DE LAS CONFEDERACIONES. Día 1



LLEGANDO AL PAÍS MAS GRANDE DEL MUNDO

Desembarqué en San Pablo. Húmeda, nublada y acelerada como siempre.
Mi viaje me lleva a Recife, sede del primer partido de Uruguay en la "Copa de las Confederaciones" ante España.
Piso el Aeropuerto de Guarulhos y desde  los estantes de un quiosco, que se levanta entre bares y casas de cambio, me mira Neymar, tapa de la revista GQ, dedicada a la moda y el buen vivir masculino.
El flamante crack del Barcelona posa cual modelo de "Emporio Armani" o "Dolce & Gabbana" con corte de pelo nuevo y accesorios que lo distinguen de la mayoría de los jugadores que tiran caños y practican jugo bonito pero no son tocados por la varita mágica. 
Es la imagen del fútbol brasileño y de los tiempos modernos  de la selección canarinha.
De todos modos, los viejos fantasmas siempre acechan.
Como cada vez que piso tierra norteña la referencia al Maracanazo -por mi condición de uruguayo y periodista- aparece en la charla como un demonio nunca exorcizado que azota a viejas y nuevas generaciones. 
Basta recordar que la selección brasileña viste de verdeamarelo por culpa de la fatídica tarde en que los Dioses transformaron a Ghiggia en leyenda y obligaron a los brasileños a cambiar tras la desgracia el color blanco de su camiseta.
Los brasileños aman el fútbol, el carnaval y el samba.  
Por eso, las tragedias deportivas quedan marcadas a fuego. 
Muchos señalan que la misma desazón que  generó el triunfo uruguayo en 1950 acompañó a la derrota en "El Sarriá", en 1982, cuando tres goles de Paolo Rossi cimentaron el triunfo de la avara nazionale de Enzo Bearzot ante la maravillosa escuadra en la que rara vez desafinaban Zico, Toninho Cerezo y Junior. La despedida anticipada de España 82 también fue traumática.
Fracasos en los próximos eventos que organizará Brasil pueden ser heridas crueles a la autoestima norteña.
La Copa de las Confederaciones es un ensayo para el próximo Mundial. 
Muchos ponen en duda la capacidad organizativa del país norteño para albergar con suceso Confederaciones, Mundial y Juegos Olímpicos.
Los atrasos en la construcción de los estadios, la inseguridad reinante y varios rezongos de la FIFA sostienen la incertidumbre.
El evento se ha transformado en desafío político y social.  Pero el peor fracaso siempre es el deportivo.
Muchas veces me he preguntado si los brasileños no saben perder o su pasión es tan ciega que el menor desengaño los aniquila.
Un fallo en la organización puede ser valorado como una herida narcisista difícil de cicatrizar pero una derrota futbolística deja secuelas de por vida.
Por eso, cuando la fiesta se ponga en marcha todo debe brillar. 
Aunque eso signifique ocultar los grandes males que debilitan al país, poner en estante oculto la tapa de "Isto E" que pregona que San Pablo es la capital del crimen o vestir a Neymar como el Brad Pitt del subdesarrollo.
Si la casa está -o no- en orden, lo sabremos en unos días.
Pero si el 30 de julio, en la cancha no está Brasil, habrá furia y llanto en la torcida. 
 Se verá... 
Por lo pronto ya me dejé abrazar por el calor de Recife, suelo que pisé cuando terminaba el partido en Cachamay. 
Vamos que vamos.

Comentarios

  1. Me pareció muy interesante su punto de vista y estoy de acuerdo con lo que dices.
    Bienvenido a Recife, Pernambuco!

    Sí, y me acuerdo de que a partir de esta ciudad que nació Ademir Menezes, también llamado "Queixada", que fue el máximo goleador de la Copa del Mundo de 1950, todavía es visto como gran parte responsable de la derrota. Lo que denota la costumbre brasileño de buscar siempre un "chivo expiatorio" de sus derrotas, negar la superioridad del equipo contrario, así como en las dos últimas coronas en 2006 y 2010, esos momentos fueron los chivos expiatorios lateral Roberto Carlos (2006) y portero Julio César y el centrocampista Felipe Melo (2010).

    Pero hoy, el giro más ilustrado racional, si se puede decir así. Muchos están a favor de España, algunos dicen que Brasil no pasa a la fase de grupos (Debido a México e Italia en la misma tecla). Y otros alegría para otra final contra Uruguay, en ese caso, yo estoy apoyando otro Maracanazo.

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